Friday, April 18, 2008


EL PELUQUERO, EL PERIODISTA Y LA QUINTA COLUMNA

En “Tío Pascualito” se metió Daniela. Parece que la corresponsal de Vogue en Milano dejó Europa y se vino a fermentar en una cantina burda donde ciertos melancólicos tránsfugas juegan a ser pensadores de cartón pintado. Es sumamente extraño que la amante del cine francés se anudara a un trasnochado y más inexplicable aún que se pusiera a camarera de un boliche apestoso. Quien la domó en carrera no fue otro que el desbocado rockero Antonio, devenido a empresario y gerente que, sin ningún problema y después de fumarse una "ramita", le demandó a Lucy que recibiera a la española como socia. Como si fuera poca la conmoción en el condado, se sumó al grupo la emperrada de Tessie, quien cansada de cuidar a su nieto Oliver-ya va para 10 meses-voló bajito hasta la ratonera gastronómica.
El peluquero Matarazzi, con buen criterio, me llamó por teléfono para contarme la fantástica realidad y manifestarme su preocupación porque entendía que los almuerzos se suspenderían momentáneamente por obvias razones. Convinimos en encontrarnos para establecer un plan de emergencia fuera del bodegón y así no molestar al resto de los socialistas. Decidí citarlo en el café de Loria y Rivadavia. Matarazzi estuvo de acuerdo conmigo en que "Tío Pascualito" se había transformado en un lugar donde ya no podríamos conversar con tranquilidad. Para colmo, el rockero que estaba enamorado de Daniela no iba a ponerse de nuestro lado y las mujeres, por su parte, condicionarían nuestra libertad haciéndonos cumplir ciertos rituales de hombres de bien. “Somos anarquistas y arrogantes, no majaderos ni papanatas”, trituró el peluquero. “Mi propuesta es que nos agrupemos en mi negocio hasta tanto se decida cuál será el nuevo comité”, sentenció ¿En la peluquería…le parece Matarazzi?. “¡Cómo no, nadie nos jode, nadie nos molesta, nadie nos observa…! Yo preferiría un ámbito distinto, un club...un café. “Lo que pasa es que ya no hay lugares para hombres”. Lo sigo, Matarazzi. “Mucha lesbiana, mucha vieja apendejada, mucha mina empastillada, mucho puto, mucho perfume a marica”. Matarazzi, usted se parece al primate de Antonio que se persigue con los homosexuales. “Mire Gatti, antes a la peluquería venían los tipos a cortarse el pelo y afeitarse. Ahora se hacen las uñas, se depilan, piden claritos, crema suavizante y el teléfono del chongo que está en el masaje” Matarazzi, la sociedad cambió, no es tan hipócrita, nadie se asusta por una pollera corta o una bragueta abierta, antes una teta la veía en el cine, ahora se la ponen sobre la mesa y nadie discute si es un pecho, una mama, un seno: es ni más ni menos que una teta. “Entonces decida usted por el resto, pero recuerda que los muchachos tienen malas pulgas”¿Qué le parece el club Valencia? “¿El que está en Río de Janeiro y Díaz Vélez?" Sí, ahí tengo un amigo que nos va a reservar una mesa y nadie no nos va a molestar. “Yo me encargo del avisarle al resto, ah… ¿qué hacemos con el rockero?”. Se lo invita como siempre, seguramente va a estar más a gusto que en "Tío Pascualito".
Lo despedí a Matarazzi y me quedé pensando en la actitud machista de mis compañeros de cátedra. Propia de una generación de malentendidos y confusiones. Pero ahí no termina la cosa. Me sigo preguntando qué hace Tessie en esa cantina y cómo la suplente de Mariel se degradó por monedas. Suena el celular. Es Tomás Jouco, el periodista español que suele visitar Cuba con frecuencia y quien me dijo que debería concurrir al Coloquio en La Habana. Está de paso porque su vuelo que debería haber aterrizado en Montevideo, por causas no aclaradas, pisó tierra en el aeroparque de Buenos Aires. Tiene poco tiempo, el suficiente para contarme que en Nueva York asistió a la puesta en escena de La Quinta Columna, dirigida por Jonathan Bank. La sala del teatro Mint tiene capacidad para cien personas y casualmente para el estreno estuvo Patrick Hemingway, quien dijo: “No puedes esperar que Hemingway pudiera descender de los cielos y escribir una obra maestra como Ricardo III o algo así”. Claro está que Ernest, que escribió la obra durante una ofensiva en el Hotel Florida de Madrid en 1937, cuando la ciudad estaba destrozada, no pensaba lo mismo: “Si no es una buena obra, quizá eso es lo que pasa. Si es una buena obra, quizá esos treinta y tantos proyectiles ayudaron a escribirla”. La obra es la historia del corresponsal Phillip Rawlings, que trabajaba como agente secreto para el bando republicano y una escritora llamada Dorothy Bridges.
Cuando le preguntaron al director su opinión sobre La Quinta Columna, Bank sentenció: “He descubierto que la gente odia o ama esta obra. Puedo entender la frustración de que es o una historia de acción y aventura que tiene un molesto romance en el medio, estorbando a la acción, o es una comedia romática con un final insatisfecho”.
La señora de Jouco lo reclama. El vuelo a Madrid ya fue anunciado. Tomás me promete mandarme un mails. Ya apurado me pregunta:¿Y Daniela?. Eso es otra novela.

3 comments:

Anonymous said...

Gatti:
Quiero hacerte un comentario acerca de Islas en el golfo. Sabemos que Hemingway llevaba sus desgracias a la literatura para poder superarlas mejor. La escena en que Hudson dispara contra el enorme cangrejo blanco, estoy convencido, que dispara contra su propio cancer. Vos que opinas?? Estaria bueno que escribas sobre eso en tu blog.

Anonymous said...

Gatti:
Te invito a revisar el sitio web de la agencia Magnum Photos, fundada por el historico fotoperiodista y amigo de Hemingway, Robert Capa. El link de la pagina es: www.magnumphotos.com
Si utilizas el buscador, tipea Hemingway, y vas a encontrarte con una variedad de fotos que no aparecen en la red. Saludos.


PD: Que opinás acerca del cangrejo en Islands in the stream? Puede esconder algun significado? Yo creo que si.

Anonymous said...

Che José Maria, que le pasó a sherwood anderson que le quedó ese gesto tan amargo en la cara??? Otra pregunta, porque no subis fotos a tu blog? Creo que tu blog es uno de los mejores que encontré en internet. Estas tardando mucho en escribir escribi algo ya, algo bueno.