Wednesday, July 05, 2006

IMPOSIBLE PODER OLVIDARLA

Yo era un notero, ella una reina. A mí me interesaba llegar hasta la mesa donde el alcohol invitaba a la palabra. Paracía una diosa en aquel entorno de Mau-Mau. Mi único beneficio y pasaporte al éxito era anunciarme como reportero de la revista Gente. No quise utilizarlo, mi vanidad pudo más que el carnet. Bebí de un sorbo el resto del whisky y me tiré de lleno a la aventura. Me paró un custodio: "Largate, pibe...a ésta no te acerques", me sacudió. Lo miré con odio porque en definitiva era un pobre tipo que cuidaba a la oveja y descuidaba al zorro. Ella levantó la vista, su mirada de gato la llevo clavada todavía. Se levantó, parecía interminable. Saludó a unos cuantos idiotas que estaban a su lado. A mí me hubiera encantado ser uno de esos inútiles. Susana Giménez la tomó del brazo. Estaba borracha. Volví a insistir y el pesado me tomo del brazo: "Pendejo, no me hagas que te surta". Se fueron. Me quedé parado. Fuí hasta la mesa vacía y me guardé su copa. El vigilador se hizo el distraído. Margaux, al día siguiente. participo de un día de campo, después no supe nada de ella hasta que el 2 de julio de 1996 se anunciara que había sido encontrada muerta. El médico forense determinó suicidio, suponía que Margaux Hemingway se había quitado la vida el 28 de junio. Pero nada es casual, 35 años después de la locura de su abuelo Ernest, la nieta preferida de "Hem" corrió hasta las rodillas de su "Papá" como cuando era una niña, en San Francisco de Paula.

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